Es un elemento indispensable para mantener un buen equilibrio alimenticio, pero el sodio que contiene puede suponer un peligro para la salud cardiovascular. Existen estudios que advierten que el consumo excesivo de sal puede estar relacionado con el riesgo de sufrir hipertensión.
Es interesante saber que el mayor exceso de sodio proviene de la llamada "sal oculta" de los alimentos procesados (conservas, embutidos, queso, pan, "snaks", etc.) y que suele ascender a un 60% del total ingerido. En una dieta sana y equilibrada, los propios alimentos naturales ya aportan suficiente sodio a nuestro organismo, sin necesidad de añadir más.
Alternativas
Desde el punto de vista dietético, la sal marina es preferible a la sal común o refinada, ya que contiene también otras sales minerales (magnesio, potasio, calcio, yodo, etc.) que precisa nuestro organismo. Sin embargo, existen alternativas a la sal que carecen de los efectos perjudiciales que ésta puede conllevar y consiguen que no la echemos tanto en falta.
Es el caso de los condimentos aromáticos: la pimienta, el curry, el azafrán, o verduras como las cebollas, los puerros y las cebolletas, e incluso hierbas aromáticas como el romero —ideal para carnes y pescados—, la albahaca —sobre todo para salsas—, el laurel y el tomillo, entre otros muchos.
Prueba a macerar aceite y vinagre con hierbas aromáticas y obtendrás así una vinagreta que romperá con el esquema y el sabor tradicional de tus platos. Otra fórmula consiste en mezclar comino, nuez moscada, tomillo y pimienta negra.
Pero sin duda, entre los sustitutos más utilizados se encuentran el ajo y el perejil. Un truco: para destacar el sabor de los alimentos, basta con frotarles con ajo antes de prepararlos.
El sustituto casero perfecto
Para crearlo sólo tienes que mezclar bien dos cucharadas de ajo en polvo, una de orégano, otra de albahaca seca, una pizca de pimienta molida y un poco de cáscara de limón seca y rallada. Una vez que la mezcla sea homogénea, puedes utilizarla para espolvorear sobre tus comidas.
